Biblioteca de Referencias
Herencia Cristiana
La «Inmaculada Concepción»,
un dogma de fe fundamental de la Iglesia católica... que no fue impuesto a los
creyentes como tal hasta el año 1854
El día 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX proclamó el decreto siguiente: «Nos, por la autoridad de Jesucristo, nuestro Señor, de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y por la nuestra propia, declaramos, promulgamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santa Virgen María, en el primer instante de su concepción, debido a un privilegio y una gracia singulares de Dios Omnipotente, en consideración a los meritos de Jesucristo, el Salvador de la humanidad, fue preservada libre de toda mancha del pecado original, ha sido revelada por Dios, y por lo tanto ha de ser firme y constantemente creída por todos los fieles.»
Diecinueve siglos después de su nacimiento y de su parto prodigioso, la honra de María era definitivamente puesta a salvo de dudas y murmuraciones afirmando oficialmente que su pureza no era ninguna suposición teológica sino una revelación de Dios. La tardanza quizá fuese excesiva, pero cabe recordar que a Jesús, base del cristianismo, no le declararon oficialmente como consustancial con Dios hasta el año 325. La religión católica, como el vino, ha ido aumentando su grado de divinidad gracias al paso del tiempo.
Según el Catecismo católico,
«para ser la Madre del Salvador, María fue “dotada por Dios con dones a la
medida de una misión tan importante” (LG 56). El ángel Gabriel en el momento
de la anunciación la saluda como “llena de gracia” (Lc 1,28). En
efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación
era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios».364
Parece obvio que estar «llena de gracia» divina debe significar algo
notable, pero carece absolutamente de fundamento el deducir de Lc 1,28
que María «fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el
primer instante de su concepción»365
Desde la pésima traducción de la Vulgata, los. católicos reproducen el pasaje de Lc 1,28 como: «Presentándose a ella [el ángel Gabriel], le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo», pero la traducción correcta es la de: «... le dijo: ¡Te saludo, gran favorecida! El Señor esté contigo», que aporta un matiz bien distinto. El sentido claro dc lo que la Iglesia ha traducido por «llena de gracia» es el dc mujer «muy favorecida» o especialmente escogida para lo que se le anunciará a continuación; y el ángel muestra su deseo cortés —habitual en los saludos hasta el día de hoy— de que el Señor «esté» con María, pero no afirma que ya «es» con ella.
Leyendo todo el relato de la anunciación, no se encuentra en parte alguna que María «estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios». Lucas prosigue: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios,366 y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo. (...) El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra,367 y por esto ci hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios» (Lc 1,30-36). ¿Dónde se dice que concebirá sin mácula ninguna?
De
hecho, el propio comportamiento de María después de parir a Jesús denota que
ella misma fue la primera en creer que sí tenía mancha o pecado. «Así
que se cumplieron los días de la purificación conforme a la Ley de Moisés, le
lleva ron a Jerusalén para presentarle al Señor, según está escrito en la
Ley del Señor que “todo varón primogénito sea consagrado al Señor”, y
para ofrecer en sacrificio, según lo prescrito en la Ley del Señor, un par
de tórtolas o dos pichones»(Lc 2,22-24); «al entrar los padres con el niño
Jesús para cumplir lo que prescribe la Ley» (Lc 2,27) quedó demostrado
que María fue al templo a ofrecer un sacrificio expiatorio porque se sentía
impura según la Ley de Dios.368
Para
analizar en su justa medida el personaje de María, hoy fundamental en la
Iglesia católica, hay que tener en cuenta que su figura apenas tiene presencia
en los textos del Nuevo Testamento. María sólo fue citada por su
nombre 18 veces (dos en relatos referidos a la vida pública de Jesús y el
resto en los episodios de su infancia) y en 35 ocasiones fue mencionada como
«madre» de Jesús. Eso es todo. Y, tal como ya mostramos en el capítulo 3, no
hay nada sólido en las Escrituras que permita tan siquiera suponer que
la madre del nazareno le concibiese milagrosamente y mantuviese su virginidad
perpetuamente ¿Cómo es posible que Dios no inspirase la verdadera importancia
y virtud de María a los redactores de los Evangelios?
En
este sospechoso silencio de Dios se fundamentó la oposición a la doctrina de
la «inmaculada concepción» que mantuvieron, entre otros, padres de la
Iglesia tan importantes como san Bernardo, san Agustín, san Pedro Lombardo, san
Alberto el Grande, santo Tomás de Aquino y san Antonio, o papas como León 1
(440)369,
369 Gelasio(492)370
o Inocencio III (1216).
La
lenta carrera dc María hacia la gloria celestial tuvo su más poderoso y
fundamental impulso en el siglo y, con la vehemente defensa que el patriarca
Cirilo de Alejandría —tal como ya vimos en el capítulo 6— hizo de María
como Theotákos —madre dc Dios o Dei genitrix—, una
proposición que acabó siendo ratificada por la Iglesia católica al proclamarla
como Mater Dei. De modo oficial, sin embargo, María no fue «preservada
libre de toda mancha del pecado original» hasta el año 1854, como ya señalamos,
y no se aseguró su asunción a los cielos ¡hasta 1950!
Casi
un siglo después del celebrado pronunciamiento de Pío IX, otro pontífice homónimo,
Pío XII, hablando ex cathedra, eso es de modo infalible, decretó, el
1 de noviembre de 1950, que: «Por la autoridad de Jesucristo, nuestro Señor,
de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y por la nuestra propia declaramos,
promulgamos y definimos que es un dogma divinamente revelado: que la
Inmaculada Madre de Dios, María siempre virgen, al terminar su vida terrenal,
fue elevada a la gloria celestial en cuerpo y alma. Por tanto, si alguno se
atreve (Dios no lo permita) a negar voluntariamente o a dudar lo que ha sido
definido por nosotros, sepa que ha apostatado completamente la fe divina y católica.»
Sin duda resulta chocante que Pedro y Pablo, cuya autoridad invocó Pío XII, no
le dedicaran a María ni una sola línea —ya en la tierra como en el cielo—
en sus escritos neotestamentarios.
Mircea
Eliade y Joan P. Couliano, expertos mitólogos, han resumido el proceso
evolutivo de la figura de María con estas palabras: «La posición que se
impondrá está expresada, en el siglo u, por el Protoevangelio de Santiago:371
María permaneció virgo
in partu y post partum, es decir, fue semper virgo. En el conjunto de
los personajes del escenario primordial cristiáno, María terminó asumiendo
un papel cada vez más sobrenatural. Así, el segundo concilio de Nicea (789) la
coloca por encima de los santos, a los cuales se les reserva simplemente la
reverencia (douleia), mientras que a María se le debe tributar la
“superreverencia” (hyperdouleia). Insensiblemente María se
convierte en un personaje de la familia divina: la Madre de Dios. La dormitio
virginis se transforma en Maria in caelis adsumpta; María, a quien
los franciscanos excluyen del pecado original, termina convirtiéndose en Mater
Ecclesiae, mediatrix e intercessor en favor del género humano ante
Dios. De esta manera el cristianismo instaura en ci cielo un modelo familiar
mucho menos riguroso e inexorable que el patriarcado Solitario del Dios bíblico.»372
Pero
este proceso no fue todo lo lineal ni limpio que parece sugerir el párrafo
anterior. En el siglo ni los padres de la Iglesia le habían reprochado a María
pecados tan graves como «falta de fe en Cristo», «orgullo», «vanidad»,
etc. Durante el siglo iv se valoró a María por debajo del más insignificante
de los mártires; así, por ejemplo, en las oraciones litúrgicas culturales
se veneraba a los santos citándolos por su nombre, pero María sólo fue
incluida en esas prácticas a partir del siglo V.
La primera iglesia dedicada a María no se construyó hasta finales del
siglo IV, en Roma -ciudad en la que actualmente hay más de ochenta
consagradas a ella-, y no hubo señal alguna de culto mariano hasta pasado el
concilio de Éfeso (431), donde el padre de la Iglesia Cirilo de Alejandría
logró imponer el dogma de la maternidad divina de María mediante cuantiosos
sobornos.
El
concilio de Éfeso fue convocado por el emperador Teodosio II373
pero, debido a los problemas de desplazamiento y enfermedad (incluso muerte) que
afectaron a numerosos obispos, se retrasó quince días su fecha de comienzo.
Por fin, aún faltando por llegar obispos importantes y contraviniendo la
voluntad gubernamental, Cirilo —a quien Teodosio II acusaba de ser «soberbio»
y tener «afán disputador y rencoroso»— decidió inaugurar el sínodo por
su cuenta, asegurandose con tal maniobra el tener una mayoría favorable a sus
intenciones contrarias a Nestorio.
El documento que salió de la primera sesión de ese sínodo fue una
victoria rotunda para Cirilo, ya que se le hizo saber al obispo Nestorio,
ausente del plenario, que: «El santo sínodo reunido en la ciudad de Éfeso por
la gracia del más pío de los emperadores, santo entre los santos, a Nestorio,
el nuevo Judas: Has de saber que a causa de tus impías manifestaciones y de
tu desobediencia frente a los cánones del santo sínodo has sido depuesto este
22 de junio y que ya no posees rango alguno en la Iglesia.» Con la euforia
del éxito contra la herejía nestoriana —que se celebró por las
calles con gran pompa y alboroto—, los textos conciliares se olvidaron de
mencionar lo que les adjudica la Iglesia y no aparece en ellos ninguna definición
dogmática de María como Theotákos, como madre de Dios.
Pero el concilio tendría una segunda parte cuando, días después, al
llegar por fin a Éfeso los obispos sirios —«los orientales»—, reclamaron
la presencia de Candidiano —comisionado imperial y protector del concilio,
que había sido imperiose et violenter expulsado del sínodod Cirilo— y
se reunieron, junto con los prelados que se habían opuesto a Cirilo, en legítimo
concilio. De sus deliberaciones salió la de-posición de Cirilo y del obispo
local Memnón (cuyas hordas de monjes fanáticos obligaron a Nestorio a
refugiarse bajo la protección militar) y la excomunión de los restantes padres
conciliares hasta que no condenasen las doctrinas de Cirilo que habían
aprobado, puesto que eran «frontalmente opuestas a la doctrina del Evangelio
y de los apóstoles». Este decreto conciliar, emitido en campo contrario,
encrespó los ánimos de las multitudes controladas por Cirilo y Memnón y la
situación se volvió caótica.
Inmediatamente
se cruzaron decretos de uno y otro concilio en los que se deponían y
excomulgaban mutuamente. Finalmente tuvo que intervenir el tesorero imperial
y, mediante un decreto del monarca, depuso y arrestó a Cirilo, Memnón y
Nestorio. Fue precisamente en esta fase tan virulenta del concilio de Éfeso
cuando Cirilo presentó oficialmente su dogma de María como Theotókos o
madre de Dios..374
aunque, ciertamente, lo hizo después de dilapidar la fortuna de la Iglesia de
Alejandría repartiendo eulogias —«donativos»— con el fin de lograr
no sólo liberarse de su arresto sino ganarse las simpatías de la corte
imperial hacia su propuesta.
San
Cirilo, que fue distinguido como Doctor Ecclesiae —el maximo título
dentro de la Iglesia católica— hace apenas un siglo,375
«untó con gigantescas sumas a altos funcionarios, usando así sus
“conocidos recursos de persuasión”, como dice Nestorio con sarcasmo —que
no le duraría mucho, desde luego—, de sus “dardos dorados”. Dinero,
mucho dinero: dinero para la mujer del prefecto pretoriano; dinero para
camareras y eunucos influyentes, que obtuvieron singularmente hasta 200 libras
de oro. Tanto dinero que, aunque rebosante de riqueza, la sede alejandrina hubo
de tomar un empréstito de 1.500 libras de oro, sin que ello resultase a la
postre suficiente, de modo que hubo que contraer considerables deudas. (...) En
una palabra, cl doctor dc la Iglesia Cirilo se permitió, sin detrimento de su
santidad sino, más bien, al contrario, poniéndola cabalmente así de
manifiesto, “maniobras de soborno de gran estilo” (Gaspar), pero, al menos,
maniobras tales —escribe complacido cl jesuita Grillmeier— “que no
erraron en sus objetivos”. Disponemos de inventario de aquellas maniobras
constatables en las actas originales del concilio. Una carta de Epifanio,
archidiácono y secretario (Synce/lus) de Cirilo al nuevo patriarca de
Constantinopla, Maximíano, menciona los «regalos”, una lista adjunta los
desglosa exactamente, y el padre de la Iglesia Teodoreto, obispo de Ciro,
informa como testigo ocular. El dogma costó lo suyo, no cabe duda. A fin de
cuentas ha mantenido su vigencia hasta hoy y el éxito santifica los medios».376
En
relación con el pasado mítico pagano en el que tanto y tan bien se ha inspirado
todo lo que es fundamental en el cristianismo, Karlheinz Deschner señala
con razón que «de seguro que también jugó su papel el que el dogma de la
maternidad divina de María tomase cuerpo precisamente en Éfeso, es decir, en
la sede central de la gran deidad madre pagana, de la Cibeles frigia, de la
diosa protectora de la ciudad, Artemisa, cuyo culto, rendido por peregrinos,
era algo habitual desde hacía siglos para los efesios. Artemisa, venerada
especialmente en mayo, como Intercesora’, “salvadora” y por su
virginidad perpetua, acabó por fundir su imagen con la de María»377
Regína
Vírginum. Amén.
364 Cfr. Santa Sede (.1992>. Op. cit., p. 115, párrafo 490.
365 Ibíd,p. 115, párrafo 491.
366 La traducción más correcta del original es «has hallado favor a los ojos de Dios».
367 La traducción más correcta del original es «y el poder del Altísimo te envolverá en [con] su sombra».
368
La
Ley se contiene en el capítulo 12 del Levítico. «Cuando dé
a luz una mujer y tenga un hijo, será impura durante siete días. (...>
El octavo día será circuncidado el hijo, pero ella se quedará todavía en
casa durante treinta y tres días en la sangre de su purificación; no tocará
nada santo ni irá al santuario hasta que se cumplan los días de su
purificación. (...) Cuando se cumplan los días de la purificación. (...)
presentará ante el sacerdote (...) un cordero primal en holocausto y un
pichón o una tórtola en sacrificio por el pecado (...> Si no puede
ofrecer un cordero, tomará dos tórtolas o dos pichones» (Lev 12,1-8).
369 «Sólo el Señor Jesucristo entre los hijos de los hombres nació inmaculado», afirmó León 1 (Cfr. Sermón 24 de Nativ. Dom.).
370 Corresponde sólo al Cordero Inmaculado el no tener pecado alguno (Cfr. Gelassi Papae Dicta, vol. 4 Colosenses 1241.
371
En este texto apócrifo (considerado falso por la Iglesia), que se ocupa
exclusivamente de la historia de María, se relata que: «cl Gran Sacerdote
(1..) oró por María. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció,
diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y convoca a todos los viudos dcl
pueblo, y que éstos vengan cada cual con una vara, y aquel a quien el Señor
le envíe un prodigio, de aquél será María la esposa. (...) Y José,
abandonando sus herramientas, salió para agruparse a los demás viudos, y
todos congregados, fueron a encontrar al Gran Sacerdote. Este recogió las
varas dc cada cual (...) penetró en cl templo y oró, (...> salió, se
las devolvió a sus dueños respectivos, y no notó en ellas prodigio
alguno. Y cuando José tomó la última, he aquí que una paloma salió de
ella, y voló sobre la cabeza dcl viudo. Y el Gran Sacerdote dijo a José:
Tu eres cl designado por cl Señor, para tomar bajo tu guarda a la Virgen
dcl Altísimo. Más José se negaba a ello diciendo: Soy viejo, y tengo
hijos, mientras que ella es una niña. No quisiera servir dc irrisión a los
hijos de Israel. (...) Y José, lleno dc temor, recibió a María bajo su
custodia... » (Cfr. Protoevangclio dc Santiago, capítulo IX, párrafos
1 a 3). En los capítulos siguientes se cuenta cómo José, tras seis meses
de ausencia de su casa, se encontró a María embarazada y se planteó
denunciarla por su infidelidad, pero tras ser «confortado» por un ángel
aceptó su concepción por obra del Espíritu Santo (capítulos X a XXII).
De este texto procede buena parte dc las leyendas que rodean cl nacimiento
de Jesús tal como se lo conmemora aún mediante los belenes navideños.
372
Cfr.
Eliade, M. y Couliano, I.P. (1992). Diccionario de
las religiones. Barcelona: Paidós, p. 118.
373
Este sínodo, tal como fue la norma
en los ocho primeros «concilios ecuménicos», fue convocado por el
emperador, no por el papa. Por esta razón, el papa Pío XI, en su encíclica
Lux Veritatis (25 de diciembre (le 1931), faltó a la verdad cuando
dijo que el concilio se reunió por mandato del papa Celestino 1 (»Iussu
Romani Pontificis CaeLestini 1»).
374 «Ita non dubitaverunt sacram virginem Deiparam appeIlare (Cfr. De incamatione, en Denzinger, H. (1957). Op. cit., pp. 57).
375 Por decreto de la Sagrada Congregación para los Ritos fechado el 28 de julio de 1882.
376 Cfr. Deschner, K. (1992). Op. Cit., pp. 51 - 52
REFERENCIA tomada del Capítulo 16 de Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica de Pepe Rodríguez. Enviado a Herencia Cristiana por Julio César Millán Barco.
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