Herencia Cristiana

 

Einstein: Mi Credo

Adverntencia: Este texto fue traducido del inglés electronicamente, puede que contenga errores gramaticales.

Este artículo es un discurso por Albert Einstein a la Liga alemana de Derechos humanos, Berlín, en el otoño de 1932. Este discurso corto aparece en el Apéndice de Einstein por Michael White y John Gribbin, Dutton, Penguin Books USA INC., Nueva York, 1994, p. 262.

Nuestra situación sobre esta tierra parece extraña. Cada uno de nosotros aparece aquí involuntariamente y no convidado para una permanencia corta, sin saber los porqués y la causa. En nuestras vidas diarias sólo sentimos que el hombre está aquí por 'el bien de otros, para los que amamos y para muchos otros seres cuyo destino está conectado con el nuestro propio.

Estoy a menudo preocupado en el pensamiento de que mi vida está basada a un grado tan grande sobre el trabajo de mis colegas seres humanos  y soy consciente de mi gran endeudamiento con ellos. No creo en la libertad de la voluntad. Las palabras de Schopenhauer: ' el hombre puede hacer lo que quiere, pero él no puede querer lo que quiere’, me acompañan en todas las situaciones en todas partes de mi vida y me reconcilian con las acciones de otros aunque ellas sean bastante dolorosas para mí.

Esta conciencia de la falta de libertad de la voluntad me preservan de tomarme demasiado seriamente a mí mismo y mis prójimos como individuos que actúan y deciden y de enojarme. Nunca codicié la opulencia y el lujo y hasta los desprecié  mucho. Mi pasión por la justicia social a menudo me puso en  conflicto con la gente, como hicieron mi aversión a ninguna obligación y dependencia la que no considero como absolutamente necesario. Siempre tengo un respeto alto por el individuo y tengo una aversión insuperable por la violencia y el corporativismo.

Todos estos motivos me hicieron un pacifista apasionado y antimilitarista. Estoy contra cualquier nacionalismo, hasta en el aspecto de mero patriotismo. Los privilegios basados en la posición y la propiedad siempre me parecieron injustos y perniciosos, como cualquier culto de personalidad exagerado. Soy un adherente al ideal de democracia, aunque  bien conozco las debilidades de la forma democrática de gobierno.

 La igualdad social y la protección económica del individuo me aparecieron siempre como los objetivos comunales importantes del estado. Aunque yo sea un solitario típico en la vida diaria, mi conciencia de pertenencia a la comunidad invisible de los que se esfuerzan por la verdad, la belleza, y la justicia, me han preservado de sentirme aislado.

La experiencia más hermosa y más profunda  que un hombre puede tener es el sentido de lo misterioso. Es el principio subyacente de religión así como todo el esfuerzo serio en el arte y la ciencia. Quien nunca tuvo esta experiencia me parece, si no muerto, entonces por lo menos ciego. Al sentido de que detrás de todo lo qué puede ser experimentado hay  algo que nuestra mente no puede comprender y cuya belleza y  sublimidad nos alcanza sólo indirectamente y como una reflexión débil, esto es la religiosidad. En este sentido soy religioso. Para  mí esto basta para preguntarse sobre estos secretos e intentar humildemente comprender con mi mente una mera imagen de la estructura  de todo lo que existe.

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Ultima Actualizacion Agosto 30, 2002
por greenman_92553 - Elias Bernard

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